Son las islas contornos de agua, cielo y soledad. Son a veces. Son un instante entre el este y el oeste. Son vértices oceánicos que varan. Son desprendidos del hielo. Son de la tierra y del fuego.
Esta isla patagónica queda solo visible al mirar tras el humo y el fuego.
Aquí el viento es el hálito y la exhalación. La tierra es la forma de lo perenne; la pampa en tundra, el sonido de lo inabordable.
Así la vi desde el Estrecho de Magallanes a través de las columnas de humo navegante de las que siempre escuché hablar.